En los capítulos del presente volumen se ofrecen elementos de gran interés y rigor para la profundización especulativa en los aspectos centrales del contenido sobrenatural (trinitario) de la antropología cristiana. (Cardenal J. Ratzinger, Prólogo). Dios Uno y Trino, Creador de todas las cosas, nos ha concedido el sublime bien de participar en la naturaleza divina, introduciéndonos en la vida trinitaria como hijos adoptivos: hijos del Padre en el Hijo por el Espíritu Santo.
Esta «introducción» en la Vida de la Trinidad se ha cumplido de manera eminente con la asunción de la Humanidad de Jesucristo en la Persona de Dios Hijo. Y, gracias al envío del Espíritu Santo, se realiza también, de modos diversos, en la Iglesia, Cuerpo de Cristo, y en cada cristiano, miembro de ese Cuerpo. La santidad a la que todos estamos llamados no es otra cosa que «la plenitud de la filiación divina», con expresión del Beato Josemaría Escrivá, cuyas enseñanzas son aquí fuente de inspiración. De esa plenitud, que se nos dará en la gloria, tenemos ya una semilla por la gracia. Semilla que ha de crecer día a día, en la existencia ordinaria, con el ejercicio de la libertad que Cristo nos ha ganado: libertad radicada en la Verdad y en el Amor.
Según el Cardenal Ratzinger, el presente libro trata «con singular profundidad» de éstos y de otros importantes temas, y posee «una característica de la que teología actual está particularmente necesitada: el horizonte metafísico». Característica vigorosamente auspiciada por Juan Pablo II para que la Teología consiga «ir más allá del análisis de la experiencia religiosa» y logre «expresar con coherencia el valor universal y trascendente de la verdad revelada» (Encíclica Fides et ratio, n. 83).
